Historia:
En un pequeño pueblo rodeado por un inmenso bosque, vivía Lyra, una joven loba antropomórfica conocida por su habilidad para crear las melodías más hermosas. Desde pequeña, su madre le había enseñado que la música era una forma de sanar, no solo heridas físicas, sino también las del corazón.
Lyra tocaba para todos en el pueblo, alegrando días grises y uniendo a quienes se habían distanciado. Pero, a pesar de su talento, había un vacío en su interior: su padre había desaparecido en el bosque años atrás, dejando solo una vieja guitarra y la promesa de que volvería con una canción especial.
Una noche, mientras practicaba bajo el árbol favorito de su infancia, escuchó una melodía que parecía responder a sus notas. Era tenue, como un eco lejano. Con el corazón latiendo con fuerza, decidió seguirla.
El bosque estaba envuelto en una neblina densa, pero la música parecía guiarla. Llegó a un claro donde encontró un antiguo piano cubierto de musgo, rodeado por flores brillantes que parecían vibrar con cada nota. Al tocar el piano, la melodía del bosque se fusionó con la suya, creando una canción que nunca había oído antes, pero que se sentía profundamente familiar.
De repente, recordó a su padre cantándole esa misma melodía cuando era una cachorra. Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras comprendía: esa música no era solo una guía, era un mensaje. Su padre, aunque nunca regresó físicamente, había dejado su esencia en el bosque, sabiendo que Lyra encontraría este lugar y continuaría la canción.
Volvió al pueblo con una nueva fuerza. Aunque su pérdida seguía siendo dolorosa, sabía que su música podía mantener viva la memoria de su padre y transmitir su legado. Desde entonces, Lyra tocó esa canción especial para los demás, demostrando que incluso en el dolor hay belleza, y que la música puede ser un puente entre lo perdido y lo encontrado.